miércoles, 21 de noviembre de 2012

LA PARTE DE LOS ÁNGELES de Ken Loach: DEL DRAMA A LA COMEDIA


THE ANGEL'S SHARE. Dirección : Ken Loach. Guión: Paul Laverty. Fotografía: Robbie Ryan. Música: George Fenton. Intérpretes: Roger Allam, John Henshaw, William Ruane, Daniel Portman, Paul Donelly, Lorne McFadyen, John Joe Hay, Siobhan Reilly, Barrie Hunter, David Goodall. 
Premios: Premio del Jurado, Cannes 2012.

Tras una larga filmografía de amargos dramas de denuncia social, algunos brillantes y otros demasiado explícitos, la última película de Ken Loach se anuncia como una alocada comedia. En una de sus últimas producciones, "Buscando a Erick", el director británico  ya coqueteó con este género, pero en aquella cinta no abandonaba su desalentador retrato de las clases sociales más necesitadas.
 Después de ver sus imágenes promocionales, uno se sienta para ver "La parte de los ángeles" con ganas de pasar un rato divertido. La primera sorpresa viene durante la primera parte de la película: un protagonista de futuro incierto, desempleado y que acaba de estrenarse como padre de una criatura. Para colmo, su pasado de violencia y delitos le persigue de tal manera que por más que lo intenta, no consigue ver la luz al final del camino. Así pues, tras este pequeño tropiezo para las expectativas previas, el dramón se impone con unos personajes de gran credibilidad que se ganan de lleno la complicidad del espectador. Pero la sorpresa no acaba ahí: tras una brusca elipsis, la película da un giro hacia la comedia hasta conseguir arrancar más de una carcajada al público. Loach consigue que su película funcione como drama y como comedia al mismo tiempo y cuenta con momentos en los que los implicados espectadores pasan de la tensión a la sonrisa con la facilidad que sólo los grandes autores son capaces de lograr. El mensaje que se pretende que quede en el espectador cuando abandona la sala es el del optimismo, la esperanza y la férrea creencia en las segundas oportunidades. 
Del drama...

...A la comedia

 Ahora bien, esto no se consigue plenamente porque hay un aspecto de peso que no permite que salga embriagado como Loach desea. Es en ese tránsito entre las dos partes claramente delimitadas del film donde hay algo que no cuela: la transformación del protagonista es tan brusca que se dan por supuestos demasiados detalles del personaje. No me refiero a que dicho cambio no sea posible, ni mucho menos, sino que merecía algo más de explicación en su guión, ya que resulta demasiado forzado para que la historia tome nuevos rumbos. Es una lástima, porque viniendo de un guionista de probado talento como Paul Laverty, es un traspiés que se podría haber arreglado fácilmente y, desgraciadamente, pesa en la valoración final de la película.

CALIFICACIÓN: 6-7



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