jueves, 29 de marzo de 2012

EL ESQUIROL

Hoy que es día de huelga general, es un buen momento para recordar cómo el cine ha tratado este tema a lo largo de su historia. Desde las obras del cine mudo soviético de Eisenstein y Pudovkin, se han dado diferentes acercamientos al tema. El cine de Hollywood lo ha abordado en contadas ocasiones, entre las que destacan "Las uvas de la ira", en la que John Ford adaptó para el cine la obra de Steinbeck sobre la depresión de los años 30; "F.I.S.T., símbolo de fuerza" con Sylvester Stallone como contundente ejemplo de la lucha obrera, o "Norma Rae" que supuso el primer Óscar para Sally Field por interpretar a una activista sindical.
 En el cine europeo se han dado más ejemplos de películas dedicadas a aspectos sociales y laborales como  gran parte de la filmografía del britanico Ken Loach, sobre todo aquellas que transcurren en la época de Margaret Thatcher al mando. Por su parte, el cine francés nos brindó un buen ejemplo con "Recursos humanos" de Laurent Cantet, donde un recién licenciado intenta gestionar la duración de la jornada en la misma fábrica donde trabaja su padre. En nuestro cine, tenemos el ejemplo más representativo en la magnífica "Los lunes al Sol" de Fernando León de Aranoa.
Aunque no es una película que trate específicamente el tema de los derechos laborales, la británica "Billy Elliot" de Stephen Daldry contiene una de las escenas más intensas y emotivas relacionadas con este conflicto:
La película nos sitúa en la localidad de Durham, en la década de los ochenta. Durante una etapa de huelga de mineros con frecuentes enfrentamientos entre los piquetes y la policía, el joven Billy, huérfano de madre y cuyo padre y hermano trabajan en la mina, descubre su pasión por el baile.
 Cuando el padre toma conciencia del talento de su hijo y de su inseguro porvenir en su pueblo natal, pasa por el difícil trago de renunciar a todo principio e ideal y accede a volver al trabajo para conseguir el dinero  que cuestan los estudios de danza. Subido en un autobús escoltado por la policía, soporta los abucheos y los gritos de "esquirol" que sus propios compañeros le propinan. Quejas que él mismo proclamaba sólo unos días antes. El dolor y la vergüenza alcanzan su punto máximo cuando entre los manifestantes que golpean las ventanillas del autobús se encuentra su hijo mayor.

El padre de Billy pasando un aprieto por el futuro de su hijo

El hermano de Billy, que no termina de confiar en la inesperada afición de su hermano, intenta por todos los medios llamar la atención de su padre para que baje del autobús y se solidarice con sus compañeros. Pero... ¿Y si Billy es verdaderamente talentoso y ellos no lo saben apreciar? Sin duda necesitará formarse en Londres si no quiere acabar condenado a trabajar entre el carbón como el resto de su familia. Así pues, el autobús entra en el recinto de la mina.
 El hermano consigue acceder allí y trata de convencer a su padre de que está en un error. Al principio hay tensión entre ellos hasta que el padre estalla clamando una oportunidad para su hijo pequeño. En un conmovedor momento, padre e hijo se abrazan llorando en un acto de desesperación. El padre volverá  a la protesta pero tendrán que idear otra forma de conseguir el dinero para Billy.

"Give the boy a fucking chance!"

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