sábado, 11 de febrero de 2012

DEPORTE DE DESPACHOS Y OFICINAS




MONEYBALL: ROMPIENDO LAS REGLAS

Director: Bennet Miller. Productores: Michael De Luca, Rachael Horovitz, Brad Pitt. Guión: Steven Zaillian , Aaron Sorkin, basado en el libro de Michael Lewis. Fotografía: Wally Pfister. Música: Michael Danna. Montaje: Christopher Tellefsen. Intérpretes: Brad Pitt, Jonah Hill, Philip Seymour Hoffman, Robin Wright, Chris Pratt, Tammy Blanchard, Kathryn Morris.

La potente industria de Hollywood es capaz de vendernos películas cuyos temas resultan, en principio, ajenos a nuestra cultura y si entre el cine y la televisión ya han conseguido que los chavales celebren Halloween con el mismo empeño que cualquier fiesta local ¿Por qué una película sobre el mundo del béisbol no iba a ser menos? Pero el caso de Moneyball es diferente, no es una película de béisbol al uso.
En esta película la trama no depende de emotivas hazañas deportivas que resuelven triunfalmente la historia en el último minuto, tampoco habrá ningún héroe que a pesar de una grave lesión realiza una gesta que le lleve a la victoria… No, quien espere una nueva versión de “El mejor” o “El orgullo de los Yanquis” que se vaya olvidando.
 Moneyball habla del deporte entre bambalinas, de los entresijos de la gestión de los equipos y eso hace que sea trasladable a nuestro fútbol y por tanto, más cercano e interesante. El argumento nos cuenta la historia de un gerente de un modesto equipo de béisbol que, ante la incapacidad de competir con los grandes presupuestos de otros equipos, pone en marcha un peculiar y arriesgado método de selección de fichajes que revolucionará el sistema. Así pues, estamos ante una película con discusiones de despacho y tensos diálogos cruzados más que espectaculares lanzamientos ni carreras. Se nota en este ámbito la mano del que es un número uno de la escritura cinematográfica: el guionista Aaron Sorkin, que sin llegar al brillante nivel conseguido el año pasado con “La red social” logra que el guión sea una de las grandes bazas de esta película.


 El director Bennet Miller, que con su debut “Truman Capote” llegó a cotas muy altas, consigue una película correcta, bien realizada y salvo un momento en su segunda mitad, en el que parece que la historia no va a dar más de sí, el conjunto resulta interesante y entretenido, pero no entusiasma.
 Es acertado el tono comedido, que en ningún momento la película caiga en recursos fáciles o sensibleros, pero la sensación que deja pasado un tiempo es la de haber visto una buena película sin más, lo que es todo un logro si no eres aficionado al deporte de masas.
  Pero quizás parte de su público no vaya al cine pensando en ver una película sobre béisbol, que no lo es; ni sobre el negocio del deporte, que sí lo es; quizás vaya para ver la última película de Brad Pitt: estrella mundial cuyo nombre en un cartel es motivo suficiente para que la gente pague una entrada sin saber si la película en cuestión es de béisbol, rugby o pelota valenciana. Hay que reconocer que, como ha demostrado otras ocasiones, defiende su papel protagonista de manera eficiente y sin sacar de la manga tics sobreactuados a los que recurre cuando no le ponen freno. Pero el buen trabajo de Pitt se ve eclipsado en algún momento por el secundario Jonah Hill, un habitual de comedias juveniles que borda un personaje tan agradecido como eficaz. También destaca ese valor seguro que es Philip Seymour Hoffman en el papel de entrenador: uno de esos actores que elevan la calidad de cualquier película en la que salga.


 Las notables virtudes de “Moneyball” la han llevado ha conseguir varios premios de la crítica estadounidense y hasta 6 candidaturas en los próximos premios Óscar (Película, Actor, Actor secundario, Guión adaptado, Montaje y Sonido) Ahora bien, viendo a sus rivales, parece muy complicado que pueda asomar la cabeza en alguna de sus opciones.
 En definitiva, es una película contada con rigor y seriedad, sin trucos ni banalidades, capaz de convencer ante los previsibles prejuicios sobre el tema tratado, pero no permanecerá en nuestra retina por mucho tiempo ni, a pesar de su digno empeño,  conseguirá conquistar a todo tipo de públicos.

CALIFICACIÓN: 7

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